Devotional

Healing & Revealing

When we are broken in body, soul, or spirit, we can bring ourselves to God, and He will begin the healing work within us. This is a tender time, and it can be a stretched-out season, often called a wilderness. We will sense our deep need for our soul to be restored and our hope to be resurrected.

In that wilderness season, our attention is undivided, often because we may be walking alone or feeling like it. We easily get consumed with what we know apart from God — our pain, lack, and a myriad of opinions; we miss out on the unsearchable greatness of God. Those eternal secrets that intimacy reveals with time, proximity, and humility. And instead of being overwhelmed with cares, we will be filled to overflow with His Spirit of truth and peace, reminding us of God’s mercy, goodness, and everlasting faithfulness.

In the process of unpacking all our losses and griefs in His presence, we may feel empty of all the good things. As we surrender to His care, God will heal us and reveal things to us. He will reveal all the good things for our triune well-being—for our spirit, soul, and body—and they will restore us.

Call to me and I will answer you, and I will tell you great and mighty things, which you do not know. – Jeremiah 33:3

Call to me and I will answer you, and I will tell you great and mighty things, which you do not know. – Jeremiah 33:3

By the river on its bank, on one side and on the other, will grow all kinds of trees for food. Their leaves will not wither and their fruit will not fail. They will bear every month because their water flows from the sanctuary, and their fruit will be for food and their leaves for healing. — Ezekiel‬ ‭47‬:‭12‬

Cuando estamos quebrantados en cuerpo, alma o espíritu, podemos acercarnos a Dios y Él comenzará la obra de sanación dentro de nosotros. Es un tiempo muy tierno y puede ser una temporada muy larga, a menudo llamada desierto. Sentiremos nuestra profunda necesidad de que nuestra alma sea restaurada, nuestra esperanza de ser resucitados.

En esa temporada de desierto, nuestra atención está indivisa, a menudo porque podemos estar caminando solos o sintiéndonos así. Muchas veces podemos consumirnos con lo que conocemos separados de Dios: nuestro dolor, carencia y una miríada de opiniones; nos perdemos la inescrutable grandeza de Dios. Esos secretos eternos que la intimidad revela con el tiempo, la proximidad y la humildad. Y en lugar de estar abrumados por las preocupaciones, seremos llenos hasta rebosar con Su Espíritu de verdad y paz, recordándonos la misericordia, la bondad y la fidelidad eterna de Dios.

En el proceso de desempacar todas nuestras pérdidas y penas en Su presencia, podemos sentirnos vacíos de todas las cosas buenas. Si nos entregamos a su cuidado, Dios nos sanará y nos revelará cosas. Nos revelará todas las cosas buenas para nuestro bienestar trino (para nuestro espíritu, alma y cuerpo) y nos restaurará.

Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. – Jeremías 33:3

He aquí, yo traeré salud y sanidad, y los sanaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. – Jeremías 33:6

Junto al río, en su ribera, de un lado y del otro, crecerán toda clase de árboles para comer; sus hojas no se marchitarán ni faltará su fruto. Darán cada mes, porque sus aguas saldrán del santuario; su fruto será para comer y sus hojas para medicina. — Ezequiel 47:12

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