Still Small Voice

When Our Souls Steep

I find hope in the changing seasons. They remind me that the hard we’re experiencing will one day not overwhelm us to despair, and we will heal. When we’re going through a hard season, it’s tough to focus on the fact that it is a season that will one day pass. I’ve been there before, and I’m there now. 

When I felt overwhelmed, I had to ask myself what I was allowing to influence me, and I had to take steps, even tiny ones, to separate myself from anything holding me captive in any way.   

Recently, I’ve reclaimed my sabbath as a day of rest and reset, especially after a long and taxing work week. This morning, I made myself a cup of Egyptian Chamomile. I was reminded of the suffering of the Hebrew people as slaves in the Land of Ra, which lasted 400 years before a deliverer rose up. Our suffering may feel like that sometimes. 

But here’s the bittersweet truth I want you to hold onto. When you trust in God, you also know that suffering is a refiner’s fire. That fire has the potential to transform you and rid you of what is entrenched in your soul.

As I sipped my tea, I imagined my soul as a tea bag steeped in hot water, watching and waiting as the flavor was extracted from the tea solids. The thoughts, emotions, and decisions that make up our soul produce an essence, a unique flavor. And those not-so-good ones can leave a bitter taste. 

One of the most comforting things I have learned through seasons of suffering is how God shows up repeatedly and reveals what His power can do when I am weak. As I allow the fire to strip away all the dross weighing me down, I also learn to steep my soul in His promises and presence. 

He restores our souls and permeates our lives with His fragrance. 

He will never leave us; His presence is a constant source of comfort and strength in our times of need.

He is our anchor through the storms, our light in the darkness, and our strength in the face of trials.

Let’s hold on tight to that hope.

In this you greatly rejoice, even though now for a little while, if necessary, you have been distressed by various trials, so that the proof of your faith, being more precious than gold which is perishable, even though tested by fire, may be found to result in praise and glory and honor at the revelation of Jesus Christ. —Peter‬ ‭1‬:‭6‬-‭7‬ ‭NASB1995‬‬

Encuentro esperanza en las estaciones cambiantes. Me recuerdan que lo difícil que estamos experimentando un día no nos abrumará hasta la desesperación, y sanaremos. Cuando estamos atravesando una temporada difícil, es difícil concentrarse en el hecho de que es una temporada que un día pasará. He estado allí antes, y estoy allí ahora.

Cuando me sentí abrumada, tuve que preguntarme qué estaba permitiendo que me influyera, y tuve que tomar medidas, incluso pequeñas, para separarme de cualquier cosa que me mantuviera cautiva de alguna manera.

Recientemente, he recuperado mi sábado como un día de descanso y reinicio, especialmente después de una semana de trabajo larga y agotadora. Esta mañana, me preparé una taza de manzanilla egipcia. Me acordé del sufrimiento del pueblo hebreo como esclavos en la Tierra de Ra, que duró 400 años antes de que surgiera un libertador. Nuestro sufrimiento puede sentirse así a veces.

Pero aquí está la verdad agridulce a la que quiero que te aferres. Cuando confías en Dios, también sabes que el sufrimiento es un fuego purificador. Ese fuego tiene el potencial de transformarte y librarte de lo que está arraigado en tu alma.

Mientras tomaba un sorbo de té, imaginé mi alma como una bolsita de té sumergida en agua caliente, observando y esperando mientras se extraía el sabor de los sólidos del té. Los pensamientos, emociones y decisiones que forman nuestra alma producen una esencia, un sabor único. Y aquellos no tan buenos pueden dejar un sabor amargo.

Una de las cosas más reconfortantes que he aprendido a través de temporadas de sufrimiento es cómo Dios se presenta repetidamente y revela lo que Su poder puede hacer cuando estoy débil. Mientras permito que el fuego elimine toda la escoria que me agobia, también aprendo a empapar mi alma con Sus promesas y Su presencia.

Él restaura nuestras almas e impregna nuestras vidas con Su fragancia.

Él nunca nos dejará; Su presencia es una fuente constante de consuelo y fortaleza en nuestros momentos de necesidad.

Él es nuestra ancla en las tormentas, nuestra luz en la oscuridad y nuestra fortaleza ante las pruebas.

Aferrémonos a esa esperanza.

En lo cual ustedes se alegran grandemente, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengan que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba su fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. —1 Pedro 1:6-7 NVI

You Might Also Like

Previous Story
Next Story

Leave a Reply